mi alma ha sido desarmada,
mis piernas las han cortado,
mis manos han dejado de hablarme,
mis labios se han cerrado,
mi lengua se ha muerto,
mi paladar me abandona,
me destierra, me entierra,
me perdona.
El techo de mi lecho
que ahora duerme en mi pecho,
en este rato ha pagado
él el pato.
Estoy en una fase de incredulidad,
en que me guió por la sensibilidad
de los sentimientos,
que a veces les miento,
por el deseo del anhelo
de ser feliz.
Ahora soy un nosferatu,
zombi, no muerto,
pero mi cabeza delira,
en mis delirios,
hay perros muy furiosos,
en mis sueños,
simplemente no tengo tiempo
para soñar,
soñar es el sueño
de cualquier persona,
mi sueño es soñar,
pero nunca despertar,
despertar en mi burbuja,
pero lejos de las agujas,
que acuchillan
mis debilidades.
La burbuja está apunto de explotar,
las agujas me sangran,
me duelen, me muerden,
me ruegan perdón
a cambio de asesinarme.
Asesino es cualquier hombre
que mate a una persona,
me suena a alguien
que quizás,
yo pueda impresionar.
La burbuja estalla,
se resbala
por la impresión
que abastece mi rima,
me ha degollado,
me ha ofendido,
me ha hablado,
si me habla
no la entiendo,
y si me hace gestos,
aún menos,
la incertidumbre
se apodera de mis pasajes,
pero no hay mejor paisaje,
que vivir viviendo
en un viaje.
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